Carta de marzo, Semana 2
Sobre los miedos que me genera vivir en un país con tanta inseguridad
Buenas buenas y bienvenide a esta nueva sección del news ♥. Como ya debés de saber si hace un tiempo estás por acá, desde Enero vengo experimentando bastante con distintos formatos para ver si me hallo. Me gustó mucho el formato de las cartas, pero siento que en el medio me pierdo de charlar de temas importantes para mi de una forma más pensada y organizada.
Así que cada semana vas a estar recibiendo los Domingos por la mañana una carta escrita en la semana, y el primer día de cada mes el news mensual que va a rondar alrededor de un tópico particular. ¡Espero que te guste! 🙂
Marzo 17, 2023.
No sabés lo feliz que me siento de tener un lugar donde poder plasmar esto que tengo guardado en el pecho y que solo discuto en el ámbito privado. Con selectos amigues, mi familia y mi novio. Personas que se que nmo me van a juzgar o tirar cascotes como la gente hace en Twitter o Instagram.
Está relacionado con vivir en Argentina, con tener miedo y lo que me urge vivir en otro lugar, emigrar, escapar de la inminente sensación de trauma que un suceso delictivo puede significar en mí.
Esta carta tiene que ver con una pesadilla que me despertó hoy a las 3AM y no me dejó volver a dormir hasta las 5AM. Pero antes de contártela, quiero darte contexto de una situación pasada. Acá vamos.
27 de Octubre del 2019. Día de las elecciones. Ubicación: casa de mis padres (en ese momento vivía sola en un departamento y me había trasladado a lo de mis padres porque me quedaba más cerca estar ahí para votar).
Ya todos habíamos votado temprano, así que estábamos libres. Papá se había ido a su departamento (en ese momento mis padres vivían separados) y eran las 4PM cuando mamá sacó el auto y se fue a tomar el té con una amiga.
A eso de las 4:05PM una mujer toca timbre y como era mi costumbre no atendí. Mi filosofía era “si no te conozco, no te atiendo”. Grave error, SIEMPRE atiendan desde la ventana. La mujer no voy a mentir que se veía algo sospechosa, más que nada porque tenía auriculares puestos y estaba hablando. Pero la verdad es que no le di demasiada importancia, aún cuando tocó 3 veces el timbre y estuvo casi 15 minutos parada ahí. No me quedé demasiado tranquila cuando se fue. No creo en ese momento haber pensado que estaba fichando la casa, chequeando que efectivamente estuviera vacía. No creía que era mucha casualidad que justo venía a tocar timbre cuando se había ido mi mamá en auto. Pero algo dentro mío hizo que cerrara las 2 cerraduras restantes (tenemos 3, supongo que es común en Buenos Aires).
Decidí gracias al universo desistir de escuchar música con auriculares y me puse a boludear con el celu.
A los 20 minutos, empiezo a escuchar ruidos adelante de la casa y a Kea, mi perrita, volviéndose loca, ladrando a más no poder. Recuerdo que corrí a zancadas hacia el frente, y ahi, delante mío, con una pared de separación, vi materializarse una de mis peores pesadillas: un auto blanco estacionado frente a mi garage, 2 personas trepándose por mi reja y 1 tercero con un fierro forcejeando mi pobre puerta de madera.
Pegué grito en el cielo, puteando a los chorros, y corrí como pude hacia la puerta trasera de la casa. No tuve tiempo de pensar. Abrí de un tirón, corrí 5 metros hasta la casa del fondo de mi abuela, y le empecé a gritar: “Abuela, abrime ahora que nos matan, están entrando a casa, por favor abrime”. Fueron los minutos más duros de mi vida. Mi abuela tiene parkinson y apenas puede deslizar los pies por el suelo. Tardó alrededor de 3 minutos en abrirme, los 3 minutos más eternos de mi vida.
Cuando pudo abrir, cerré con llave las 2 puertas y con las manos temblándome llamé 2 veces a la policía llorando. Que no sabía si habían logrado entrar. Que tenía miedo de que me violaran. Que por favor se apuraran. Llamé a mamá. Nada. Llamé a papá. Nada. Los puteé en todos los idiomas. Les dije que cómo no están atentos al celular, que eran injustos porque yo sí tenía que avisarles “llegué bien” pero que cuando los necesitaba jamás respondían mis llamadas. Después entendí… cosa de gente grande. Que no escuchan el celular en el bolso, pero en el momento da bronca.
Mi abuela, estoica, tratando de calmarme. Yo gritaba “me mataron a la Kea, me la mataron los hijos de puta, ya no la escucho ladrar, abuela qué hago”. Lloraba porque no pensé en agarrarla para salir corriendo. Me sentía una hija de puta. Miraba hacia el ventanal trasero pero no veía movimiento. Mi compu estaba aún sobre la mesa. No entendía nada. ¿Entraron? ¿No entraron? No sé. Me desplomé sobre la silla con la cabeza entre los brazos llorando. No daba más.
5 largos minutos después mi abuela me llama desde su cuarto, donde se puede ver el pasillo hacia la calle. “Flopy”, me dice, “Ahi está entrando la policía”. Al levantar la cabeza veo como 5 policías entran con tremendas armas que les juro en mi memoria eran rifles, no simples pistolas. Me llaman. Tardo en responder porque acá pasa esto de no saber si son policías buenos o policías malos. Abro la puerta de reja y me desarmo en llanto, que por favor la perra, si la habían visto. “Tranquila, no llegaron a entrar a la casa, la puerta sigue cerrada”.
Ahi me cayó la ficha. Kea dejó de ladrar porque ya no había peligro, no porque me la hubieran matado.
Estaba tan nerviosa que mi piel se había tornado de un tono grisáseo. Veía doble y me acuerdo que una mujer policía me semi cargó hasta la entrada para tomar mis datos y mi declaración. Habían como 10 vecinos asomados a la cuadra. Un par entraron a consolarme. Mi vecina del frente me dijo que había hablado con mi mamá, que estaba volviendo.
Más tarde pude ver las marcas de ese forcejeo. Y entonces ahí entendí todo:
La mujer que tocó timbre estaba en llamada con los chorros. Era la informante. Vio que mi mamá se fue y vino a chequear si la casa estaba efectivamente “vacía”. Sabían que había perro porque Kea ladraba cada vez que alguien tocaba timbre — para mí estaban dispuestos a matarla. Yo no atendí, por lo que entendió que era una luz verde para ellos. Cayeron con el auto y sus herramientas. Pero al escucharme gritar desaforadamente se asustaron/no les parecía que valía la pena y se fueron.
No pude dormir bien durante varias semanas. Hace 2 años tuve pesadillas por varios días seguidos cuando nos tocó elegir diputados y senadores. Y este año, año electoral, vuelven a mi esos miedos. El saber que seguramente a alguien más en el país le pase.
Yo solo hoy te digo que siempre que puedas atiendas. No tenés que abrir la puerta. Asomate por la ventana y preguntá “si? qué necesitás?” para que al menos sepan que hay alguien en casa.
Y siempre, SIEMPRE, confíen en su intuición.
Habiéndote contado esta historia, ahora sí te puedo contar lo que me pasó anoche. Fue una pesadilla normal: yo iba caminando y me querían robar, no mucho más. Pero fue suficiente para hacer resurgir antiguos miedos y traumas de ese suceso que no se lo deseo a nadie. Una cosa llevó a la otra y me hizo recordar todas las veces que sentí miedo de mi integridad personal viviendo en este país, esta provincia que es tan hermosa pero que tan poco siento que puedo disfrutar a veces.
Y de repente me puse a pensar en todas aquellas cosas de las que me privo o diferentes hábito que adopto por cuestiones de seguridad.
Planes como ir a cenar a algún lugar con amigues o compañeres de trabajo, porque la vuelta me asusta tanto en colectivo como en remis.
Volver a mi tan amado krav maga que me queda muy lejos y me haría llegar 11 de la noche a casa, a la boca del lobo.
Sacar mi celular en la calle o en el colectivo para mirar algo o mandar un mensaje.
Vestirme como se me de la gana porque se que los onvres no tienen consecuencias acá ni yo las protecciones que necesito como mujer.
Hablando de vestirme: no usar mi tapado de animal print para no ser llamativa o hacerle pensar a un potencial chorro que “tengo plata” (acá esto del tapado de animal print se relaciona a las señoras con dinero).
Escondo mi compu en mi propia casa “en caso de que me entren a robar mientras no estoy”.
Seguro podría seguir la lista pero creo que se entiende la idea. No te voy a mentir que me da algo de calor contarte esto y saber que del otro lado quizá haya un Argentina fan que le parezca una estupidez lo que escribo, pero me pasa, y desde que tengo uso de razón.
¡Lamento que haya sido tan deprimente está carta! 🥲 Voy a intentar que la próxima sea más positiva ♥.
Flor.
Feel you </3 Vivo en un séptimo piso y tengo alarma :/ Cuando llegaba de la facu pasadas las diez de la noche caminaba rápido y cruzando las calles sin respetar los semáforos. Y eso que el bondi me deja a dos/tres cuadras de mi depto.