A diferencia de meses anteriores que dejo que el mes termine para definir una temática, esta vez decidí colgarme de las temáticas de La Baumhaus para reflexionar durante 31 días sobre ✨ estar presente ✨.
La verdad es que hacía bastante tiempo sentía que no conectaba con los newsletters, porque lo que suele pasar en la vida de las personas offline es que hay varias temáticas que nos atraviesan, entonces poner el foco en una sola es algo que me cuesta. Pero este mes no me costó para nada porque sabía el valor que tenía estar presente: al momento de escribir estas líneas todavía no sabemos quién será el futuro presidente de Argentina y se suma aún más incertidumbre haber caído en balotaje. Supe ni bien arrancó el mes que necesitaba tomarme un break de todo, pero sobre todo de algunas redes sociales, porque si hay algo que siempre padecí es la cantidad de gente hiper politizada que aparece en torno a unas elecciones (me incluyo). Hay algo de la opinión del otro diferente a la mía que, en lo político, me duele y que muy probablemente tenga que ver con el sarcasmo, el sentimiento de que si no opinás como ellos sos un boludo, cosa que me saca por completo - lo peor de todo es que estoy es algo que no es exclusivo de opiniones políticas, pasa en todos los ámbitos (y me viene pasando muy de cerca; contenerse no es fácil).
Mi intención para Octubre es mantener la calma ante la incertidumbre que se vive en Argentina este año, y enfocarme en mis rituales o hábitos para mantenerme presente y grounded.
Esto fue lo que escribí a inicios de mes y tuve presente durante todos estos 31 días. Es muy loco, porque yo pensé que iba a olvidarme de esta intención a la semana, pero lo cierto es que me acordaba de ella cada día que me levantaba sin haberla pegado en ningún lado. ¿Acaso será una señal de que este es mi verdadero norte? Que quizás esta intención deba convertirse en mi misión en la vida, esto de mantenerme presente a través de mis hábitos y rituales. Soy una persona ansiosa, y por ende una parte de mi aún necesita sentirse en control. ¿Qué más control que mis hábitos y mis rutinas?
No voy a mentirte que la semana previa al 22 de Octubre mis hábitos sufrieron bastante. Entre la conyuntura política y algunos dramas laborales, tuve días en los que no escribí mis morning pages y comí dulces como si no hubiera mañana. Me arrepentí de cada uno de esos alfajores que comí y de las palabras que ahogué en chocolate en vez de plasmarlas a tinta. Pero ahora ya es tarde para lamentarse. Esas checkbox no iban a verse verdes al final del mes, y la última semana del mes se trató de amigarme con esa idea.
¿Recordás la última vez que estuviste realmente presente?
Decidí tomarme Octubre sin redes
Más bien Octubre sin Instagram. Un poco reemplacé su uso con Tiktok, pero esta última es una red que no me hace sentir lo que la plataforma de las grillas cuadradas me genera. Tiktok me satura de información, de consejos, de videos de política y de la Selección, pero no me hace cuestionarme si mi vida es una mierda o poco interesante como si me pasa en el otro lado.
Elegir Octubre por supuesto que no fue casualidad: sabía que me iba a beneficiar de no tener que ver las historias de gente cercana sobre política, y que iba a poder evadir también subir fotos o videos sobre mi cumpleaños. De todos modos, llegado el 6 de Octubre no pude evitar que algo estaba haciendo mal. Si mis amigos y compañeros de trabajo todos festejan en bares, boliches o hasta en sus casas, ¿por qué no lo hacía yo? Me dio miedo. Miedo de pensar que quizás el año que viene no seamos los mismos compañeros de trabajo, los mismos amigos, y eso me hizo sentir al final del día que mi cumpleaños no había valido la pena. ¡Tremenda boludez!
Me levanté al día siguiente pensando por qué había sentido eso, si soy claramente una persona introvertida que detesta festejar su cumpleaños con mucha gente alrededor. Al contrario, un festejo ideal para mí fue algo muy parecido a lo que viví el 6: vino mi novio por la noche luego de su trabajo, trajo torta oreo y la comimos entre mi mamá, papá, abuela, él y yo a la noche después de cantar el cumpleaños feliz. Listo. Pum. Se terminó. Hasta no tuve que sentirme abrumada por una inmensa cantidad de mensajes; la mayoría se había olvidado de la fecha porque no había subido nada a ninguna parte - contrario a lo que me habría pasado en otros años, no me ofendió que no me saluden EL DÍA que cumplía años. Te confieso que me dio un poquito de cargo de conciencia, porque sabía que había gente que se iba a sentir mal por no haberme saludado el mismo día, así que subí una story rapidita avisando que 1) me tomaba un mes sin redes (porque no había avisado) y 2) que el día anterior había sido mi cumpleaños y por la razón número 1 no había subido nada.
Algunas conclusiones rápidas de este mes sin redes:
Al no saber las opiniones de los demás ni lo que hacen tan abiertamente, siento que puedo vincularme de una forma más sana con todos.
La ropa que me compré este mes (en realidad, todo lo que compré este mes) lo usé muchísimo y creo que eso se da desde el marco de que no hubo ninguna marca o influencer en redes que me hiciera sentir que “necesitaba” x cosa.
No sentí tanto FOMO como pensaba que iba a sentir.
Me di cuenta que no tenía necesidad de saber qué estaba haciendo cada uno de mis amigos TODO el tiempo.
Sí me generó un poco de ansiedad encontrarme con mis pensamientos, ya que no tenía la distracción de ver la vida de otras personas a través de la pantalla. (Igual considero esto como algo positivo; está bueno pasar tiempo con nuestros propios pensamientos).
Puedo tener deseo de hacer cosas creativas sin la necesidad de tener de fondo esto de “tengo que compartirlo”.
¿En qué momentos sentís que las redes te alejan de estar presente?
El Vacío Identitario
Hay un concepto muy interesante en el libro Deja de ser tú de Joe Dispenza que es el del ”Vacío Identitario”. Joe cuenta que un día en su casa mientras estaba sentado en el sillón puso una mano encima de la otra dejando un vacío entre medio, e identificó la mano de arriba como la imagen que él proyectaba al exterior y la de abajo como él sabía que era por dentro.
Este concepto me hizo todo el sentido del mundo al relacionarlo con mi cumpleaños (y posteriormente a un montón de otras situaciones en mi vida). Yo no soy el tipo de persona que hace algo por su cumpleaños, una fiesta, una reunión, una cena. Tampoco soy de esas personas que se ofenden si no la saludan el mismo día, o que necesita subir fotos con sus amigos, pareja, familia para “demostrar” que festejé “bien”. Por supuesto me sentí agradecida por esas personas que se acordaron naturalmente y que pensé que nunca me iban a escribir (Xime por ejemplo, mi ex compañera de C4rre que este año fue mamá ❤️), pero entiendo que soy la persona que efectivamente fui en mi cumpleaños: alguien que quiere un festejo low key donde me pueda ir a dormir lo más temprano posible #abuelita.
Son tantas las situaciones en las que soy más un aparentar ser que un quién soy en realidad, que me da vergüenza admitirlas. Las veces que me tiento y compro golosinas en el mayorista en el trabajo, las veces que digo pensar lo mismo para que no se desconfíe de mí, y las veces que le fallo a mi asexualidad y respondo a alguna pregunta como si fuese una persona heternormativa. No me gusta. Se que son mecanismos de defensa que tengo que derribar que antes me era natural no tenerlos pero que volví a adoptar después de la pandemia.
(Ahora que lo pienso, hay tantas cosas que trabajé durante muchos años previos a la pandemia que han vuelto a raíz de pasar tanto tiempo ahislada… qué pena, ¿no?).
¿Sentís que estás más cerca de quien sos en realidad o de quien aparentás ser?