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“I feel like there isn't space for the nuance of being human on social media, and it's increasingly seeping into "real life". Like everyone's holding themselves up to the idealised "brand" version of their identity they portray online, falling short, and diving into further introspection and self-absorption to meet an impossible standard. There's no room for grace, acceptance, disagreement or originality.” — Un comentario en esta columna de Freya India.
“Honestly I got too the point in life why do I wanna give people who don't care to socialize with me on a day-to-day basis permission to look at my posts or photos?” - Comentario random en un video sobre dejar las redes sociales que resonó mucho conmigo.
Mayo 5, 2024
Ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que hice detox digitales, sobre todo de Instagram. También de la cantidad de veces que usé un límite de tiempo impuesto por el celular. ¿Acaso no se siente como cuando nuestros papás nos ponían límites de chicos porque claramente no podíamos confiar en que nosotros mismos pudiéramos ejercer esos límites por nuestra cuenta? Yo me siento un poco así, no voy a mentirte.
Escribo esto porque estoy de nuevo coqueteando con la idea de dejar de participar de las redes sociales. La única diferencia con veces anteriores es que me doy cuenta que esta cosa cíclica no me sirve: detox de 1 mes, volver… volver a sentirme como el ojete y después hacer otro detox. Quiero que de alguna forma los beneficios sean permanentes y no cada tantos meses. No puede ser que lea una y otra vez que la gente se fue de estas redes y se siente mejor y yo insista con que “con controlarlas estoy bien”. ¿De verdad puedo controlar algo que está especialmente diseñado para generar adicción? ¿De verdad la ansiedad que tuve el mes pasado fue producto de que fue muy brusco mi detox? ¿O es que de verdad soy adicta y necesito pasar por ese tiempo incómodo que seguro pasa el fumador cuando empieza a dejar de fumar?
Me convertí en todo aquello que juré odiar de chica, la típica señora que romantiza su juventud con la frase de que “todo pasado fue mejor”, pero al menos así se siente alguien que creció sin internet hasta los 11 años cuando fue que tuve acceso a mi primera conexión (el famoso dial-up, ¿se acuerdan?). Todavía recuerdo mis amigas de la infancia quejándose porque yo quería estar en la computadora y no jugando en el patio… ¡cuánto las entiendo ahora! Es cierto que en ese entonces yo era una bicho raro para la sociedad — que te guste el animé, el jrock y las cosas niponas era definitivamente un imán de bullying en el colegio — y había encontrado en internet un refugio, foros y comunidades de personas que les gustaban las mismas cosas que yo disfrutaba y pasaban por experiencias similares. En esa época el influencer como tal no existía. Quizás podías ver una diferencia de estatus entre la gente más popular de MySpace, pero aún así y todo no era imposible entablar conversacion con esas personas: en internet estábamos para conectar, para charlar de intereses y hacer amistades, no para postureo.
Lo que las redes sociales tienen para ofrecerme hoy no me llena. Yo se que muchos no van a estar de acuerdo, pero para mi las comunidades que forman sus influencers no son genuinas, salvando excepciones que puedo contar con los dedos de una mano (se me ocurre la comunidad de Pame FD, la única que conozco donde la gente gracias a sus libros arma grupos de amigos). La mayoría de las relaciones que se dan en la actualidad en el ámbito de las redes son parasociales, de seguidor-seguido. Atrás quedaron los foros de discusión como los conocía. Hoy todo es contenido. Hasta los artistas empezaron a llamar su arte “contenido”. Nuestras reflexiones parecen contenido. Todo tiene que er rápido para complacer a los algoritmos, para llenar los bolsillos de alguien más.
Así como tengo mucho para agradecer a las redes, porque he conocido gente maravillosa gracias a ellas, hoy tengo que decirles basta. Hasta acá llegamos, vos y yo. Porque no puedo seguir negando que no me hacen bien, que ya no me sirve curar el “contenido” que sigo ni los minutos que paso en estas aplicaciones, sobre todo Instagram.
Parece estúpido pero hasta siento que mis amigos me generan estos sentimientos — muchos de ellos prefieren estar al día a través de stories de Instagram que escribiéndome (¿son realmente amigos?). A veces veo sus stories, sus fotos con poses que acentúan sus atributos, maquillajes perfectos, viajes a viñedos y pienso, pucha, ¿qué estoy haciendo con mi vida? Mirá mis videos de 1 second a day: son todos en casa, en bata, leyendo o pintando, y encima tengo altos mambos, qué aburrido. Pero cuando les escribo me entero de todo lo que no muestran: que en realidad subieron la foto y estaban llorando en el sillón angustiados porque no les alcanza la plata, que subieron las fotos de esos viajes para recordar buenos momentos porque se les acababa de pinchar el caño de agua del baño y tenían la casa toda inundada, que si bien tienen la galería de Insta llena de fotos con su novio se pelean todos los días.
No siento que los detoxes estén logrando su cometido. No le diríamos a un alcohólico que haga un detox de un mes y después vuelva como si nada. Tampoco a un fumador. Y después de 2, 3 veces, el adicto se daría cuenta que aunque vuelva a tomar o fumar cada vez menos, la verdadera solución es dejarlo del todo. Yo estoy en ese camino. Quizás no del todo lista ahora para dejarlo del todo (meaning borrar mis perfiles), pero sí me siento capaz esta vez de afrontar el FOMO y no ver lo que hacen mis amigos ni subir lo que yo hago. Si alguien quiere saber algo de mi, prefiero que sea a través de un mensaje privado (ey amiga, ¿cómo va? ¿qué onda tu vida?) porque es como yo prefiero y elijo relacionarme.
Que no se malinterprete: no quiero ser de esas personas que dicen “ay, solo quiero amigos que vea personalmente” porque entiendo que en esta era digital no es factible estar 100% alejada del sistema. Pero cuando voy a encuentros por zoom de la comunidad creativa, o me sumo al discord del mastermind para hacer updates semanales con quienes ahora considero mis amigas, me doy cuenta que es por acá. Yo quiero tener una cierta periodicidad con las personas que me interesan y quiero; quiero que tengamos un espacio de conexión semi-acordado, todos los días, una vez por semana, una vez por mes… pero que ese compromiso exista y sea genuino. Que hayan ganas de verse y de charlar periódicamente y no cada 8 meses y que el vínculo se convierta en un eterno catchupeo.
Todo esto para decir… que voy a dejar en segundo plano mis redes sociales. Que ya no voy a estar subiendo fotos ni videos. Que solamente voy a subir links para compartir este espacio del newsletter y mi podcast, donde me siento más cómoda y puedo compartir de verdad mis pensamientos como me plazca y documentar procesos que quizás les sirvan a otros para inspirarse o entablar conversación.
Termino de escribir esto y me entristezco un poco, porque me pregunto ¿cuántos de mis amigos leerán esto? La verdad no lo sé. Tampoco se si a alguien de mi Instagram privado le interesa lo que tenga para decir, y es justamente eso lo que me motiva a alejarme. Durante todo este tiempo mi perfil privado mega curado me hizo sentir una conexión que no es verdadera, que no es genuina. Que alguien vea tus stories no significa que las esté observando (la diferencia entre ver/observar). De la misma manera digo que solo porque alguien te vea no significa que le intereses. Es más, ni se quiénes de esa red leen las cosas que escribo o los podcasts que grabo. Estoy segura de que no son más de 1 o 2 personas. Después de todo, es mucho más fácil ver una foto o video en Instagram con una caption cortita de 10 palabras y darle like, que sentarse a leer o escuchar lo que piensa tu amiga escritora. No los juzgo ni los culpo como hubiera hecho antaño — solo entiendo que esto no es lo que yo quiero para mi vida y ya.
Espero que con el tiempo vea los frutos de este alejamiento y diga “che Flor, hiciste bien, gracias”.
Holis! Me encantó🤍 Estoy con el mismo mambo. A veces me encuentro con contradicciones porque como bien dijiste es muy difícil salirse completamente de las redes pero que para mi hay que tomar distancia, eso seguro. Cuesta pero nuestro tiempo y salud lo merecen🫶🏽
👏👏👏👏