Debo (y quiero) comenzar la columna de este mes con una disculpa. Una disculpa que muy probablemente no llegue a puerto, pero que la quiero hacer igual. Y me da calor eh, mucho calor, porque cuesta admitir que uno dijo cosas hirientes desde la ignorancia.
El año pasado le dije de manera irónica a mi ex mejor amiga que me daba miedo el mundo de las manifestaciones en el que se había metido, que me parecía cualquiera. La traté de la misma manera que yo detesto que me traten por inserte aquí hobby/gust/interés no convencional que a la gente le de miedo por desconocer sobre ello. Las personas decimos y hacemos cosas horribles cuando no entendemos algo, porque lógicamente lo que no comprendemos nos da miedo, aunque eso no nos debería habilitar a herir a otros.
Yo hoy me tengo que tragar mis palabras porque está amiga estaba onto something. Hoy luego de probar yo el poder de las afirmaciones puedo entender que no era algo tan loco ni tan místico, que no había nada oscuro detrás de manifestar lo que quiero y que la próxima que no entienda algo es mejor que cierre la boca y haga una de dos: investigar o seguir mi camino sin criticar.
En la columna de hoy les voy a contar todo lo que aprendí sobre manifestar y voy a compartir con ustedes algunas de las afirmaciones con las cuales voy a estar trabajando a partir de Abril en adelante. Les voy a contar de dónde sale cada afirmación y por qué la quiero trabajar particularmente.
Y si mi ex amiga está leyendo esto… perdón, de verdad. Tenías la posta y no supe verlo. Fui una boluda.
Primero, ¿qué es la manifestiación y para qué sirve?
Yo conocí el mundo de las manifestaciones a raíz del Instagram de Anto Manifestadoras, donde ella comparte herramientas para ayudarte a afirmar y manifestar lo que desees. Herramientas hay miles y es cuestión de probar y ver con qué cada una se siente cómoda, así que no voy a profundizar mucho en todo lo que ofrece gratuitamente en su IG porque lo tienen al alcance de la mano. Sí les quiero hablar sobre la herramienta con la que más resoné y por qué, que son las afirmaciones.
Las afirmaciones son, tal y como dice la palabra, frases que afirmamos en tiempo presente sobre nosotras mismas y las diversas situaciones que queremos para nuestra vida. La clave está en ser muy cauteloso con la forma en que escribimos y afirmamos estas cosas, porque no da lo mismo decir “ya no voy a fumar más” a “no soy una persona fumadora”. El tiempo presente es clave para manifestar, por lo que afirmar cosas en otro tiempo que no sea el presente no resulta tan poderoso.
Yo se que suena todo muy mísitico y mágico. ¿Qué onda Flor? ¿O sea que yo puedo agarrar y manifestar a través de la afirmación que tengo un millón de dólares? ¿Es así de fácil? Yyyy… no haha lamento decirte que no. Las afirmaciones no son mágicas. Y hay todo un razonamiento científico detrás. Soy malísima transmitiendo el conocimiento que aprendí acerca de neurociencias, pero voy a dar por sentado que del otro lado uds ya leyeron o al menos están familiarizadas con el libro Hábitos Atómicos de James Clear.
En él, James nos cuenta sobre diversos métodos para desarrollar buenos hábitos y eliminar los malos, y uno de esos es convertir al hábito en una parte integral de tu identidad. Entonces nos pone estos ejemplos:
La meta no es leer un libro, la meta es convertirse en lector. La meta no es correr una maratón, la meta es convertirse en corredor. La meta no es aprender a tocar un instrumento, la meta es convertirse en músico.
Si decidimos llevar esto al plano de las manifestaciones y las afirmaciones, podemos concluir entonces que todos somos puras afirmaciones personales. Lo que yo afirmo sobre mi misma es lo que soy. Es la típica de “tanto si pensás que podés hacerlo como que no, estás en lo correcto”.
Ahora si, habiéndoles explicado esto, podemos entrar al terreno de mis afirmaciones:
Soy una persona influenciable
Justo ayer releyendo la columna paga del newsletter de Juana me permití admitirme a mi misma que soy muy influenciable. Ella cuenta que a veces su mirada la traiciona y que termina girando su curso hacia lo que otros hacen, aún cuando esos otros quizá no tengan ni idea de hacia dónde están yendo o qué están haciendo.
Pasé aaaaños y aaaaños de mi vida diciendo casi de forma altanera que a mi no me influenciaba nadie, que soy fuerte, que no necesito tener lo que todas las influencers están usando, que no miro x programas por moda. La típica actitud superada que, para mí, es claro indicio de que estás siendo influenciada a un nivel aún peor que quienes abiertamente admiten que hacen cosas porque otros más famosos las hacen. Es esa influencia a nivel inconsciente a la que le temo, porque te llega y ni te das cuenta. Hacés y repetís mecánicamente sin cuestionártelo porque está a otro nivel y aún no pasó a tu lado consciente.
Terminé convirtiéndome hasta en lo que tanto critiqué de mi mamá: cada 3 horas viene a mostrarme algo que vio en internet en la pantallita de su celular. “¿Eso se puede conseguir acá?”. “No mamá, es de IKEA, acá en Argentina no existe”. Pero lo quiere, lo desea y cree que lo necesita. ¡Como yo! Que creo que necesito tantas cosas pero que soy una persona muuuy inteligente que no se deja influenciar. Acto seguido me pongo a buscar fundas de almohadas de satén que hace 1 hora no sabía que quería porque vi que un Youtuber decía que es lo mejor para no tener frizz (que dicho sea de paso apenas tengo).
¿Por qué soy tan influenciable? Es una pregunta que me hago hace mucho tiempo y que tiene muchas variantes:
¿Por qué quiero seguir insistiendo en Instagram si es que ya no lo siento? Porque me dijeron que “todos están ahí” y que ya nadie lee blogs.
¿Por qué me cuesta tanto deshacerme de x cosa si en el fondo se que me está haciendo mal tenerla? Porque me dijeron que es un básico, que me puede llegar a hacer faltar después, que está todo caro, que me salió plata.
¿Por qué insisto en tener las uñas largas si me son tan imprácticas? Porque me dijeron que son femeninas, que estilizan los dedos.
¿Por qué insisto en usar zapatos con taco aunque me duelan? Porque me dijeron que sonlos tacos estilizar, alargan las piernas y te hacen menos ancha.
Y así podría seguir por horas. Creo que el punto se entiende, ¿no? Haciéndome estas preguntas es que descubrí que existo en Instagram hace más de 10 años. Equivale a más de una década siendo expuesta sin límite alguno a construcciones sociales de cómo debe verse, hablar, escribir, una mujer. Cómo debe verse mi cuerpo, mis fotos, la decoración de mi casa, mi ropa, mis amigos y pareja. TENGO que querer viajar y tener aventuras. TENGO que querer hospedarme en un hostel para conocer gente nueva. TENGO que tener mucha ropa para jugar y mostrarle al mundo lo creativa que soy con la moda. Tengo que, tengo que, tengo que.
¿No les cansa tan solo de leerlo? Porque a mí sí. Pasé años negándome a la realidad: Instagram me influencia mucho. Los logros de conocidos que no veo hace mil años me duelen, porque pienso que yo no estoy haciendo nada mientras los otros avanzan a pasos agigantados. Los outfits imposibles, arriesgados, couture de ciertas personas me generan envidia porque para mi son re incómodos de llevar pero me encantaría verme tan “única”. Los vlogs de las vidas mega interesantes que viven otros y que yo no puedo imitar, si mi rutina de todos los días es la misma.
¡Qué mierda! Todo el maldito rato mirando cómo se ven y qué hacen los demás parece quitarme el goce de mi vida actual y real, sin editar. Yo me tomo el mismo café todas las mañanas, prendo la misma computadora, hago el mismo trabajo y uso on repeat la misma ropa. Si me pongo a pensar mi rutina me encanta y es muy YO. ¿Entonces por qué me siento tan poco a gusto con ella? Si me pongo una simple remera, un jean y zapatillas que me encantan, ¿porf qué cuando me saco una foto me parece un outfit aburrido y sin sentido?
Porque me comparo. Y ya sabemos lo que dicen: comparison kills joy. Ahora entiendo los detox digitales y por qué me siento mucho mejor conmigo misma cuando no me comparto en internet. No es el miedo a que alguien me vea, es el hastío que me genera ser otra persona más creándole quizá inseguridades a otros.
Las afirmaciones hasta este entonces:
Mi vida es mediocre.
Mis looks son mediocres y no instagrameables.
Soy tan aburrida que a nadie le interesa lo que tengo para decir.
Las afirmaciones para trabajar de aquí en adelante:
Mi vida es hermosa.
Me encanta cómo me visto.
Disfruto escribir sobre mis progresos personales en forma de bitácora.
Soy una exagerada y una inconformista
La semana pasada terminé de hacer el inventario de mi armario. Bah, digo que terminé pero porque decidí no contar pijamas, ropa deportiva, ropa interior y carteras. Pero en total la cuenta da 426 prendas. Casi me desmayo. De verdad pensaba que eran menos, unas 300 al menos, no ciento y pico de más. Empecé a imaginarme el número hace 2 años atrás donde me deshice de 80 pares de zapatos. Estoy segura que entre ese calzado y algunas prendas que doné/vendí llegaba fácil a las 500, si no más.
No es normal. Por más que la gente me diga que “el número lo decide cada uno con lo que se siente cómodo”, ¡no me jodan! No es normal tener esa cantidad de ropa. No tengo idea cuál es el consenso promedio de un guardarropas moderado, pero la p*ta madre 426 seguro que no es.
Me puse a pensar en que esta es justamente la consecuencia de normalizar la adicción a las compras, enmascararla de que es un hobby o inclusive una parte integral de mi personalidad. Me angustié un poco, no voy a mentirte. No podía creer que había llegado a eso y me dolió pensar en el largo camino que aún tengo por recorrer, porque si hay algo que ningún influencer minimalista te cuenta es lo DIFÍCIL que es achicarte cuando ya te quedaste con todo lo que te gustaba. Es como si me hubiese llegado la hora de elegir favoritos y no descartar los meh que obviamente es mil veces más fácil.
Las afirmaciones hasta este entonces:
Soy una exagerada, tampoco está tan mal tener cosas.
No me conformo con lo que tengo, nada me alcanza.
Más es más.
Las afirmaciones para trabajar de aquí en adelante:
Tengo una relación sana con las compras.
Tengo todo lo que necesito. Tengo abundancia porque lo que tengo me alcanza.
Menos es más.
Para ustedes
Ahora les pregunto a ustedes…
¿Qué creencias negativas tienen de ustedes mismes?
¿Creen que pueden reemplazar esas creencias por afirmaciones más positivas?
Como siempre estoy abierta a que me escriban en un comentario o respondiendo al mail ♥ Pero sepan que es un proceso largo y a veces doloroso traer al consciente las cosas que nos decimos casi en automático. ¡Sean cariñoses con ustedes mismes!
En Marzo…
Jugué mucho Hogwarts Legacy. ¡Qué juego del bien por favor! (qué cosa del mal JK Rowling igual).
Me divertí mucho grabando y editando para el podcast de una manera más genuina y desestructurada. Aquí los episodios del mes de Marzo: