Una pequeña bienvenida a las personitas nuevas que se sumaron a través de un audio ♥:
Febrero 18, 2023.
Es muy extraño estar arrancando recién ahora a escribirte esta carta. Dejame que te cuente que las primeras 2 semanas de Febrero mi novio las pasó acá en casa, en sus vacaciones, y eso hizo que hubiera un proceso de adaptación lógico a la convivencia que no me dejara espacio mental para escribir libremente. La primera semana y media medio que hacíamos todo juntos y recién los últimos días cada uno empezó a hacer cosas solo. La ironía, ¿no? Hahah 😛 así que te escribo recién hoy, justo después de chequear que me hackearon la cuenta de Instagram de heyflordeblog again. La verdad ¿qué te puedo decir? Ya no se bien qué pensar. Limpieza de virus y malware de todos lados y no encuentro razón por la cual me siguen pasando estas cosas. Supongo que me impondré hasta que ya no pueda imponerme más. Hasta que me termine agotando por completo y diga “bueno, hasta acá llegamos. Hasta acá puedo dar”.
Algo dentro de mí tiene ese fuerte deseo de que Meta se funda y todes volvamos a Tumblr (pero que implementen sistema de comentarios, par favaaar).
¿Te acordás de Tumblr? Qué bellas épocas. Reblog tras reblog. Los edits, los gifs, las frases motivacionales, la mod, aaah la moda… m re gustaba la estética Tumblr. Tan 2000 que duele.
Entre otras cosas que duelen, a ver cómo te cuento esto… porque mencionar situaciones de la vida cotidiana me da mucho calor por acá. Ya me pasó muchas veces de que alguien sepa que escribí sobre él/ella y me monten una escena. Quizá es algo que tengo que trabajar: cómo extraer aprendizajes de situaciones sin mencionar la situación en sí y poder desahogarme y conectar con vos que estás del otro lado sin hacer sentir a nadie incómode. Últimmente estoy tomando mucho a Juana como inspiración para eso (que si no estás suscripte a su news, ¡deberías!).
Este mes me vi obligada a pensar en una lista de cosas que quiero en un amigue. Quizá del otro lado se lea como una estupidez… pero si nos ponemos a pensar, hacemos listas de nuestro “hombre/mujer ideal”, ¿entonces por qué no hacer una de nuestro amigue ideal? No hace falta que si o si lo bajemos a papel, pero no está de más pensar en qué clase de personas queremos en nuestra vida. No me refiero a pensar “una persona buena, que tenga valores, que me quiera”. No. Hablo de cosas específicas. Podemos hasta hacerlo de acuerdo con nuestro famoso Love Language. ¿Qué debería tener un amigue para ser mi amigue? ¿Por qué somos tan selectives con la pareja pero con los amigues no? Si mi tiempo es finito y las relaciones llevan trabajo, ¿por qué me rodeo de personas a las cuales o no voy a tener tiempo para dedicarles o no son las que mejor encajan con el momento que estoy viviendo en mi vida?
Hace unos meses tuve que dejar atrás un vínculo que no me estaba sumando. A veces sucede que uno simplemente ya no vibra más en la misma sintonía y es mejor soltar que aferrarse a algo que ya no es lo que era (y que estamos seguros de que no queremos que así sea para lo que viene en el camino). Es como cuando en la carretera el camino se divide y si no aceptamos girar en alguna dirección, terminamos volcando.
Muchas veces nuestras transformaciones personales son tan profundas, que muchas amistades simplemente ya no encajan. Y esto no quiere decir que uno ya no quiera a esa persona ni que piense que es mala. Simplemente uno es tan distinto que ya no es lo mismo. Y, a su vez, al ser uno tan distinto, también deberían serlo nuestros “requerimientos” en amigos.
Durante el 2021 y gran parte del 2022 me encontré super negada con las redes sociales. Las demonizaba y les echaba la culpa de todos mis males. Fast forward al 2023 y ya no pienso tan así. Hoy estoy más del lado de “yo las utilizo y no dejo que ellas me utilicen a mí”.
Durante ese tiempo de desintoxicación, casi no estuve presente online. Sentía que mi tiempo acá, en internet, se había acabado y que tenía que resignificar toda mi forma de vincularme: conocer gente en el trabajo, en salidas, ya saben… la forma en que antes nos conocíamos, cuando no existía la virtualidad. Pero sin querer queriendo (does that make any sense?) le terminé dando la espalda a algo que es bastante troncal en mí: yo soy de internet, yo crecí en internet, y es a través de la virtualidad que yo construyo vínculos profundos y significativos. Soy una homebody, amo estar en mi casa, la disfruto muchísimo, y cada vez que salgo para mí es todo un trámite. Hay algo que pasa acá en Buenos Aires y es que todo es en Capital. Y para alguien que vive en Provincia llegar a Capital son MÍNIMO 2 transportes distintos 😛 So count me out para verte 1 vez por semana porque no me da el cuero ni las ganas. Te quiero, te adoro, pero ese trámite a las personas altamente sensibles e introvertidas nos desgastan. Así que yo me beneficio de vincularme online: whatsapp, audios, una llamada en Discord mientras jugamos a algo, alguna cosilla en redes, you know, interacciones cotidianas de la modernidad.
Entonces, cuando me encuentro con que gran parte de la gente de 30 está muy en una con confundir estar presente con rechazar la modernidad, algo me hace cortocircuito. Y es que no entiendo la manía que tenemos les de 30 en ir hacia los extremos: o nos la pasamos mostrando TODO en redes sociales, o nos vamos para el lado de no escucho audios y si me voy de casa salgo sin el celular. “Antes podíamos vivir sin el telefonito”, será el argumento de muches. Sí, pero antes vivíamos colgados al teléfono de línea 😛 y si no llamabas por teléfono para pedir la tarea, ¿cómo ibas a obtenerla? ¿Por carta? Era más rápida la llamada telefónica, más inmediata. El ser humano siempre buscó el camino más rápido, ¿por qué nos negamos ahora?
Siento que nos estamos confundiendo y que no estamos sabiendo ver el problema real, que nada tiene que ver con las redes ni el teléfono. Obviamente que gran parte de la responsabilidad recae en estas empresas que hacen objetos, programas, productos adictivos para que justamente uno no pueda soltarlos, pero me niego a pensar que somos solo eso: personas que se dejan llevar por la bruja de Hansel y Gretel moderna que más que engordarnos para comernos nos genera inseguridades para así vendernos cosas que realmente no necesitamos.
Yo personalmente vengo hace ya casi 1 año tratando estos temas en terapia. Intentando entender por qué me pasan las cosas que me pasan con las redes y cómo tener una mejor relación con ellas. Siento que estoy en un momento de balance en el cual no dependo 100% de ellas, y que por eso no necesito hacer más detox ni prohibiciones. Siento que las uso para lo que las necesito, que me ayudan a lograr las cosas que me propongo y a seguir en contacto con los vínculos que me importan y que quizá no tengo tan accesibles de forma física.
Quizá sea porque yo estoy en este balance que me cuesta entender a quienes eligen tener sus vínculos solo en el plano físico, pero lo que entendí hace unas semanas es que para mí los vínculos virtuales valen muchísimo, porque a través de la virtualidad construyo profundidad en cada relación, cosa que si me veo con alguien cada 6 meses o un año no me pasa. Seguro te habrás encontrado alguna vez con la típica de “no estaré en contacto muy seguido, pero sabé que siempre estoy para cuando me necesites” y ahí yo me pregunto… si no estás en mi vida diaria, aunque sea de forma semanal… ¿cómo voy a pensar en vos cuando me siento muy mal, muy vulnerable o tengo alguna urgencia? Bah, no se si a vos del otro lado te pasa, pero cuando necesito a alguien realmente no llamo a eas amigas que hace 1 año no me hablan, llamo a la que me escribió hace, que se yo, una semana y sabe en qué ando.
Lo bueno de estas últimas experiencias de amistad que he tenido, es que si bien al inicio sentí enojo, bronca, frustración porque “no se daba”, aprendí que en realidad así como el otro elije cómo no quiere vincularse, también lo puedo elegir yo. En un vínculo siempre somos al menos 2, y no me tengo que olvidar que yo también puedo elegir basado en el tipo de vínculos que quiero tener: profundos, nada superficiales. Soy ese tipo de amiga con al cual podés charlar cosas re mundanas pero que necesita ese estímulo intelecual de preguntarse cosas re existenciales de la vida.
Febrero 21, 2023.
Me encanta esta tendencia que se está dando hace casi un mes en Tiktok llamada “de-influencing”. Básicamente personas que tratan de “desinfluenciarte” de todo lo que les influencers te recomiendan para comprar. Ya saben, los típicos productos que son un “game changer” o las ediciones limitadas que ahora abundan por doquier para estimular nuestro FOMO (en Inglés “Fear of Missing Out”).
Ojo, hay muchas personas que usan el trend para decirte “no compre esto por x y z… comprá mejor ESTO que es mejor” — esto NO ES de-influencing porque me estás dando la alternativa de otro producto, cuando la idea detrás del trend es básicamente hacerte entender que no necesitás ciertas cosas para exisitr.
Te dejo acá el link del primero de una serie de muuuchos Tiktoks de una persona que efectivamente hace el trend como corresponde, así te pongo en contexto.
Esto me inspiró a hacer mi propia lista de 5 cosas que realmente no necesitás y que te hicieron sentir que SÍ necesitabas:
La foto típica en los lugares típicos en cada viaje que hagas. Nunca entendí ese fenómeno de hacer cola para sacar una foto que va a vivir en la grilla de Instagram. Simplemente no lo necesitamos, pero aún así lo hacemos, porque si no tenemos la foto haciendo de cuenta que agarramos la Torre Eiffel, nunca estuvimos en Francia (?!). A ver, si de casualidad llegaste al lugar y no hay nadie, pumba sacá la foto, no digo que no lo hagas, pero quizá una simple selfie con la torre de fondo sea suficiente para que VOS tengas un recuerdo de que estuviste ahí. No le debemos una foto editorial a nadie.
Tener un millón de colores de esmalte de uñas. Creo que esto puede aplicar a labiales también 😛 pero ¿cuántos esmaltes necesitamos realmente? Yo les juro que roto entre 3 colores de distintos a lo largo de todo el año y ya está. No necesitás tener 20, 30, 40 esmaltes guardados en el cajón que después se vencen o dejan de funcionar bien.
Zapatos de tacones altos. Si sos una treintona como yo, yas lo sabés: no te bancás ni 5cm de taco a menos que sean plataformas 😂. Mi regla es la siguiente: si no puedo correr en ellos, no los quiero. ¡Chiques pleasechu dejen de comprarse tacos y arruinarse los pies con ellos! A mi no me engañan, no pueden caminar más de 30 cuadras con eso.
Un set up aesthetic. De hecho, todo lo que te sea vendido como “aesthetic”, huíle 😂. Son RE lindos los set up todos armados, bonitos, con todos los chiches… excepto que nadie te dice LO CARO que es armarse toda la jodita. De alguien que se armó un set up influenciada por esto, les puedo asegurar que con el dinero invertido podría haberme pagado 15 días de estadía en un lindo hotel en Londres. Simplemente no es necesario.
Una casa de revista. Cómo nos gusta jugar a Pinterestear la casa… pero pasa que no todes pueden tener una casa “instagrameable” o de revista Living, y eso no solo ESTÁ BIEN sino que es el común denominador para muches. Elegir un departamento donde vivir basado en si tiene pisos blancos o buena iluminación PARA LA FOTITO DE INSTA es un NO-NO. No se olviden que detrás de las fotos de Pinterest, detrás de las casas de les influencers, hay personas que se benefician monetariamente de que sus espacios luzcan así. Repito: para les influencers, su casa ES su espacio de trabajo. Pero eso no significa que TU casa tenga que verse así. No lo necesitamos. Yo hace unos meses me quejaba de que los pisos oscuros de mi casa, esta casa de la cual mis padres son PROPIETARIOS, ¿es joda?
Seguro tengo mucho más en el tintero 😂 pero lo voy a dejar acá para no hacerlo tan largo. Ya tengo en el fondo de mi cabeza planificado un episodio del podcast acerca de esto.
Febrero 26, 2023.
Qué te digo yo, que el otro día te escribía sobre los tacones altos y no va que ayer salgo con unos zapatos “comodísimos” que me dejaron doliendo los pies 😛 A ver, voy a ser honesta: según mi reloj, con mi novio ayer caminamos 11,000 pasos, ES UN MONTÓN como para hacerlo con calzado no apto para caminatas largas 😛 Con decirles que la vuelta del circuito de caminata que hago cerca de casa son 6,000 pasos les digo todo. Estos son los zapatos en cuestión:
Son los típicos suequitos suecos que se venden con la base de madera pero que yo pedí cambiar por una base de PU, o sea que son de goma, más cómodos. Me acuerdo que los usé para caminar en Suecia, donde me los compré, y no fueron incómodos, pero estamos hablando de caminatas reeeee chill y para nada largas.
A esta altura del partido ya debería saber que con Nico, mi novio, caminamos MUCHO 😂 Y también debería ser honesta conmigo misma y admitir que la mitad del calzado que tengo ya no se condice con la clase de salidas que hago en estos últimos años después de la pandemia. Para salir con Nico, tengo que ir cómoda porque caminamos mucho. Para ir a las oficinas del trabajo, hay que caminar varias cuadras (además de lo que camino dentro de la oficina que es GIGANTE).
Lo más curioso es que yo pensaba que era cuestión de la altura, y resulta que para mi hay algo más a tener en consideración: que el calzado sea flexible, que la base se doble. Justo con los zapatos que llevé ayer no pasa eso, y si me pongo a pensar en otros calzados que tengo, me encuentro con lo mismo: plataformas duras que no habilitan el movimiento natural del pie. Algo de razón tenían las abuelas y las madres cuando decían que eso no estaba bueno eh.
¿Qué dicen? ¿Será hora de dejar ir este tipo de calzado?
Febrero 27, 2023.
Siento que estas cartas no tienen mucho sentido. Al menos a mí me viene pasando esto desde que abandoné mi formato anterior. En esto de descubrirme a mi misma a través de la escritura y todas las crisis que vengo teniendo creativas, siento que estoy muy all over the palce y que eso “no me sirve”. Veo a muches escritores ya consolidades que tienen una forma de escribir exquisita y como una tonta me encuentro comparándome a elles. Como si pudiera comparar su producto final, pulido, con mi detrás de escena. Irónico, ¿no?
Termino esta entrega pensando justamente en el “valor” que pongo yo allá afuera, en internet. Me recuerda mucho a uno de los news de Juana donde ella comentaba que ya no quería simplemente aportar valor, que quería existir y escribir sobre su vida, y me siento tan en esa.
Hoy me topé con unas capturas de unas stories que por respeto a la influencer no voy a pegar, pero que igual quiero compartir con ustedes. El texto dice así:
Ahora, por razones que mencione antes ya no me siento identificada con el contenido que solía compartir online, por eso van a ver mis posteos archivados. Si, este contenido fue gran parte de mi camino y de quien soy hoy en día, pero no creo que aporte valor a otras personas mirarlo. No necesito que tú compres ropa nueva ni que tomes consejos sobre estilo de mí — ¡por favor compra menos y usa lo que tú quieras!
Probablemente termine imprimiendo esta captura, porque siento que es mi “nueva era”, por decirlo de alguna manera. Y es que si bien yo no quiero ser valor, la realidad es que cada cosa que ponemos allá fuera puede convertirse en algo valioso para otro, y ahí es donde yo comienzo a hacerme estas preguntas (que voy a ser honesta… vos y yo sabemos que me las hago hace por lo menos medio año):
¿Por qué quiero compartir mis outfits en internet?
¿Qué obtengo yo al compartir mis outfits en internet?
¿Qué obtiene quien mira del otro lado lo que subo?
¿Con qué objetivo hago lo que hago?
Me puse muy filosófica para esta última carta del mes, ¿no? 😛 Perdoname, pero no puedo prometerte que el próximo mes no sea igual. Acá se cuesta todo, se filosofa todo.
Te la dejo picando. Puede que responda esas preguntas el próximo mes. Nos vemos en una próxima entrega ♥.