No soy políticamente correcta
Sobre los discursos de odio, la cancelación y la aceptación de nuestras sombras como motor de cambio
Cartas del Alma es una sección del newsletter que va y viene. Es la sección que más se parece a las cartas de papel que antes solía mandarme con amigas de varias partes del mundo, y nacen de la necesidad de charlar sobre algo más espontáneo que no cuadra en las otras columnas existentes de Flor de Newsletter.
Para Noviembre y Diciembre en particular me propuse enviar 1 mail cada semana porque siento una tremenda necesidad de escribir, expresarme, compartirme. Así que adicionalmente a la columna mensual y de los 15 de cada mes (Vida Simple), vas a estar recibiendo viernes por medio a las 8AM una cartita mía con lo que sea que se me ocurra reflexionar :)
Como siempre, si no querés recibir esta sección del news podés desuscribirte en tu perfil ♥
5 de Noviembre, 2024
Ya se que te debe parecer raro recibir una publicación mía a esta altura del mes. Espero que no te parezca demasiado recibir un correo mío por semana (y si lo es, sentite libre de desuscribirte de esta sección en particular, *no hard feelings* ♥), pero tengo ganas de probar cositas.
Estos últimos meses, y sobre todo desde que dejé bastante de lado las redes sociales, tuve mil pensamientos rondándome en la cabeza. Y encima una parte de mí medio que no concibe escribir y no publicar hacia el afuera lo que escribo — es como si escribir para mí no fuera suficiente, como si escribiera mejor cuando se que va a haber alguien del otro lado leyéndome. En otro momento hubiera dicho que me censuraba o moldeaba para gustarle a quien está del otro lado, pero la cosa hoy es diferente.
La razón por la cual yo documento mi vida y procesos es porque soy una persona muy nostálgica y me encanta mirar para atrás. Me divierte, qué se yo. No hay mucho más detrás de eso. Hace años dejé de darme con un caño por las decisiones que tomé en un pasado o las personas que dejé que me lastimaran. Las cicatrices están todavía en mi cuerpo pero ya no me pican, no me duelen. Solo están ahí como dando cuenta de que "eu, acá pasó algo, no te olvides". Pero lo que siempre consideré valioso de sacar estos escritos online es lo mucho que otros pueden aprender de la experiencia propia. Qué va, si yo prácticamente crecí y aprendí mucho sobre mí misma leyendo/viendo a los demás relatar sus vidas. Aunque... bueno, sí, se nos fue un poco la mano y mostramos de más :P pero no puedo negar que ese "mostrar de más" a mí me hizo sentir menos rara, más normal, más acompañada.
Creo que empezamos a coquetear con la privacidad porque la sociedad se volvió muy políticamente correcta. Voy a sonar como una vieja pero no me importa: ¡ya no se puede decir nada! Hace unos días vi este video de Juli Sparking y me pareció valiente y triste en iguales partes ver que le haya llevado tanto tiempo y esfuerzo hablar del tema de la relación con la comida porque sabía que se arriesgaba a que la tildaran de gordofóbica.
Por eso creo que muchos decidimos dejar de pronunciarnos cuando nuestra opinión no es lo suficientemente mainstream o woke. Y después de mucha reflexión sobre este tema fue como llegué a la conclusión de que para mí no hemos avanzado tanto como sociedad como creemos, porque en vez de aceptar nuestras sombras y defectos para trabajar en ellos, directamente los negamos, señalamos y cancelamos, como si eso fuera a hacer que el patriarcado y las ~fobias desaparezcan. A no engañarse: que no han desaparecido para nada, solo que ahora sabemos ocultarlas muy bien. Y otro cosa no menor: no todas las personas que tienen "pensamientos polémicos" son igual de cancelables. O que arroje la primera piedra la persona que nunca pensó que por qué llevaba eso puesto o iba sola de noche (¡hola años 2000!).
Muchas veces hablé en cartas y ensayos varios sobre la vulnerabilidad, y ahora me siento un poco hipócrita porque no siento que le haya hecho honor a esa palabra durante todos estos años. Fui cagona, lo admito. Tenía miedo de que me tilden de algo malo solo por estar todavía deconstruyéndome, por tener dudas, por quizás no estar de acuerdo con algunas cosas que se suponía tenía que tener asumidas. Y siento que justamente por negarme(nos) a aceptar mis sombras para trabajarlas es que ahora vemos tanto backlash de personas homofóbicas y racistas (por poner solo 2 ejemplos). Como dije más arriba: yo era en los 2000 de esas personas que creían que una mina en minifalda era una puta, y gracias a que nadie me canceló o defenestró en redes tuve varias figuras que con el ejemplo y mucha paciencia me enseñaron que nunca es culpa de la víctima ni de lo que llevaba puesto. Actualmente parece que están todos desesperados por insultar y cancelar a la primera persona que diga algo remótamente desubicado, como si quienes ya aprendieron nunca hubieran estado en ese lugar. Desde el odio y la ironía, ¿qué se pretende lograr? Entiendo que da bronca, que uno no puede creer que en pleno siglo XXI estemos debatiendo la sexualidad o si aborto si o no, pero ¿hace falta escrachar al otro online? ¿Hace falta hacer de cada pequeña cosa un drama de teatro? ¿Hace falta cancelar a un piloto de F1 por decir "fucked up" en una entrevista de la misma manera que cancelamos a un abusador? ¿Y los matices, dónde están?
En este mundo actual todo es blanco o negro, no hay lugar para grises, y a mi me tiene harta eso. Por eso escribo mientras estoy en proceso de ser, no para traerle al lector del otro lado respuestas sino con la esperanza de implantar las preguntas necesarias para que atravesemos el proceso de cambiar de pieles a la par.
Nos leemos la próxima semana.
Flori.
De cierta forma (al menos desde mi experiencia) estos espacios crean la noción de que todo lo que pongamos en el mundo (del Internet) tiene que venir intencionalmente acompañado de respuestas, soluciones, y “valor” para que merezca la pena el tiempo y el esfuerzo invertidos. Pero creo que ya de por sí hay mucho valor en el cuestionamiento y la introspección, que muchas veces iniciamos a través del proceso de cuestionamiento e introspección de otros.
El tema de los insultos en Internet es uno que me genera mucha curiosidad y preocupación porque presiento que muchas de las personas que se comportan de esa manera en esos espacios, no se comportarían igual en persona. Más que una defensa de creencias e ideales, lo veo como un medio para descargar corajes y frustraciones que nada tienen que ver con los demás. Como si las personas lo utilizaran para sentirse bien consigo mismos a través de la sensación de “poder” y superioridad que genera el acto de insultar y humillar a otro sin que medien consecuencias.
Tienes toda la razón, al menos desde mi forma de verlo, cuando dices que todos hemos estado en los zapatos de alguien que tiene opiniones que podrían ser consideradas desubicadas. Pienso que las creencias e ideologías que nos hacen sentido hoy, existen debido a un proceso, a menudo largo y retante, de cuestionamientos, reflexión, aprendizajes, de abrirnos a otras ideas, de aceptar que nos equivocamos, de reconocer que existen otras realidades, de exponernos a nuevas experiencias y entornos, de permitirnos cambiar de opinión, entre otras cosas.
Muchas veces defendemos creencias e ideologías hasta que la vida nos pone en situaciones que nos obligan a replanteárnoslas. En ocasiones me da la impresión de que las personas tenemos una tendencia automática a criticar lo que desconocemos, lo que no estamos haciendo, lo que no tenemos. No somos capaces de reconocer y respetar diferencias, y pasar la página. Casi siempre hay una necesidad de demostrar que tenemos razón y que nuestra forma de ver y hacer las cosas es la correcta, incluso con la intención de hacer que el otro cambie su opinión y apoye la nuestra. Y a menudo lo hacemos invalidando al otro, criticándolo, burlándonos de sus decisiones y de su forma de ser. Como si, sin darnos cuenta, ese comportamiento nos hiciera creer que somos mejor que el otro, tipo “yo estoy bien y tú estás mal”.
Por otro lado, pienso que las redes sociales se han convertido en una fuente de validación donde vamos a alimentar nuestro ego a veces de manera obsesiva y que va mucho más allá de simplemente recibir esa validación externa. Lo veo como una cadena: Tengo una idea/creencia > voy a las redes a ver quienes piensan igual que yo porque necesito validación externa > encuentro personas afines cuya opinión me da una palmadita en el hombro pero también doy con gente que piensa lo opuesto > como no soy capaz de reconocer que cada quien tiene su verdad y su realidad lo tomo como un ataque personal > siento una necesidad imperante de hacerle ver al otro que está mal y yo estoy bien > como no hay consecuencias para mi persona, invalido sus posturas y lo insulto con todo el odio posible porque esta mañana discutí con mi esposo y aún estoy rabiosa > estalla la tercera guerra mundial en la sección de comentarios de un post de Instagram.
Mi propio proceso de reflexión me ha llevado a entender y aceptar que el que una persona opine o crea en algo que no resuene conmigo, no quiere decir que esa persona o su creencia está mal sino que es una oportunidad de aprendizaje y reflexión para mí, que no existe una sola realidad ni una sola forma de vivir la vida, que lo que da forma a mi existencia e identidad es distinto a lo que da forma a las circunstancias del otro, que para comunicar desagrado o desacuerdo no hace falta utilizar insultos o invalidación, y que todos estamos en un proceso infinito de aprendizaje y crecimiento por lo que es necesario normalizar el que podamos cambiar de opinión sin sentir culpa o vergüenza.
Madre mía… este comment es casi un post itself. Gracias por haber incitado esta pequeña reflexión.